domingo, 27 de abril de 2014

Un gettho para pájaros.

Arrancados de la pared como un cartel viejo...
Hace ya algo más de un lustro que llevo viendo evolucionar la colonia de aviones comunes (Delichon urbica) que anida en el Polideportivo La Pedrera, en el Puig. Año tras año los aviones comienzan a posicionarse en los nidos por estas fechas y en unas semanas, el hall de entrada a la piscina, los vestuarios-consergería y el campo de fútbol es un hervidero de avecillas entrando y saliendo de sus nidos. Bueno, año tras año exactamente... no: a principios de abril del año pasado pude comprobar que los nidos habían sido eliminados. En 2012 conté solo en el hall 102 nidos ocupados. Deshauciados de un plumazo. 
Entiendo perfectamente que están sobre la entrada de unas instalaciones por la que pasan decenas de personas todos los días. Y también que no todo el mundo esté dispuesto a tolerar que le puedan caer excrementos "del techo". No me pareció acertada, pero comprendí totalmente la decisión. Pero parece ser que los deshauciados no, y me alegré. Evidentemente, los pequeños alfareros no se echaron atrás por un "pequeño" contratiempo y construyeron nuevos nidos en la misma ubicación. Después de hacer un viaje de miles de kilómetros desde más allá del Sahara no iban a quedarse cruzados de brazos alas. Eso sí, no tantos como antaño, quizás algo menos de la mitad. Seguramente buena parte de ellos "externalizaron su domicilio" y se largaron a lugares donde fueran mejor recibidos. Estuve atento a la reacción de los responsables del poli y afortunadamente no la hubo y se les dejó criar en paz y sin incidencias hasta que acabó el verano y como dice el refrán, "Acabados los higos, pájaros idos". A principios de año -y creo recordar que hasta Marzo, pero sinceramente no estoy seguro- los nidos seguían ahí pero cuál fue mi sorpresa cuando hace 4 días pasé por delante del lugar y al levantar la cabeza para ver si ya había algún inquilino me encontré el hall "limpio" de nuevo y esta vez con barricadas: 

(Ex-)colonia de avión común. House Martin (ex-)colony

 
Por supuesto, este año no se va a permitir que se repita la desobediencia civil demostrada por estos pequeños come-mosquitos y se ha protegido con una tela metálica toda la zona antiguamente ocupada por nidos. Este sí va a ser un escollo insalvable, imposible fijar el nido ahí.


Afortunadamente, parece que algunas mentes empiezan a funcionar de manera "natural" y les han ofrecido una alternativa, unos nidos artificiales bajo una repisa justo al lado de la antigua ubicación pero ya fuera de la vertical del paso de las personas, justo sobre un jardincillo:

Se supone que si algunos ejemplares dan el visto bueno al lugar y ocupan esos nidos, cundirá el ejemplo y más aviones empezarán a construir junto a este germen y quizás funden una nueva colonia. Lo que es la intención me parece genial. Sin embargo, personalmente dudo mucho que funcione: ya son muchos años anidando justo al lado, a cosa de un metro de distancia de la nueva "urbanización" (como se ve perfectamente en la foto) y los aviones han preferido siempre el hall con constante paso de personas a ese rincón algo más tranquilo que les han asignado. Espero equivocarme -de verdad de la buena-, estaré al tanto estos días a ver cómo evoluciona la cosa y me alegraré venir a tragarme mis palabras y decir que sí, que han aceptado el cambio.

domingo, 13 de abril de 2014

Saber estar (I)

Cuando uno va a un museo, en general -y digo en general porque en este país y con este tema la excepción es casi regla- se comporta con un mínimo de educación y "saber estar". A uno puede gustarle más o menos lo que visita, pero lo normal es que aunque le resulte un tostón insoportable, respete a los demás visitantes, haga lo posible por no cruzar por delante de quien está contemplando lo que sea y por supuesto evite empujarle, no toque lo que se exponga, no salte barreras, no se líe a grito pelado con sus amigos... En fin, esas cosas que aún no estando escritas, todas las personas con un mínimo de sentido común y modales conocen. Si vas a una exposición, lo mismo. Y también si es un concierto, una conferencia, un curso, una iglesia... 
En el campo sin embargo, esta regla no vale. El común de los mortales asume que lo normal es ir brincando y chillando, a pedrazo limpio, arrancando ramas, flores o matas, corriendo a la fauna para ver cómo huye, saltando cercados o vallados. Si hay alguien observando en silencio que se joda, ancha es Castilla: el campo es grande y si no te gusta te buscas otro sitio... aunque lleves dos horas intentando ver asomarse a la polluela que sabes se escondió en aquel islote de carrizo. Y la fauna que haya, pues lo mismo: si les molesta que se piren, que se enteren que han llegado los amos. 

La verdad es que me parece inverosímil que haya que recordarlo, pero en el campo también hay que saber estar, no vale todo. No vale escudarse en la ignorancia. Que podrá atenuar algunas cosas, pero no excusarlo todo. Cuando sales al extranjero, no es raro encontrar espacio naturales en los que hay que pagar una pequeña cantidad para entrar, en principio para ahuyentar a personas poco sensibilizadas -si uno no tiene auténtico interés en ver algo, no paga para hacerlo- y ya de paso supongo para contribuir a su conservación. Sin embargo, en esta tierra de paletos me temo que el haber pagado otorgaría derechos... lo dejo aquí, que llevo rumiando esta entrada 10 días y he llegado a la conclusión de que no puedo ser políticamente correcto. Mejor acabo con una pequeña muestra grabada en el observatorio d la colonia de estérnidos de la Marjal de Moro. Evito estos lugares de fácil acceso los findes para no tropezar con estas cosas, pero llevo demasiadas semanas saturado y solamente me queda alguna hora dominical para escaparme. La verdad, como dice uno de los pocos periodistas a quien admiro: "se me quitan las ganas de tener ganas". Grabé esto después de ser asaltado por 15 o 20 energú cerca de 20 personas que entraron a la caseta de observación en plan Atila. Antes de llegar ellos, había unas 30 parejas de gaviotas reidoras y cabecinegras, avocetas, cigüeñuelas, fumareles cariblancos, charranes, chorlitejos cortejando... después de ellos, la nada. Bueno, miento: una nube de charranes sobrevolando a los infieles hasta que consiguen su objetivo en el segundo 41 del vídeo: lo que se oye berrear a partir de ese momento es una persona, aunque lo disimule muy bien. Desde dentro de la caseta yo sabía lo que había pasado sin verlo y aunque agunataba el tipo, no pude evitar la risa al oír la confirmación de boca de una señora: "un pájaro se le ha cagado desde el aire y se le ha colado la mierda por el cuello de la camisa". Y es que ya lo decía mi abuelo:
"El que al cielo escupe, a la cara le cae".